Hechos, Supuestos y Misterios


El Dr. Horacio A. Della Torre explica en tres aspectos la historia de los Caballeros Templarios: Hechos, supuestos y misterios. Durante los últimos años, el mundo parece repentinamente preocupado por la historia de estos duros monjes-guerreros. Entre ellos, Humberto Eco que en su "Péndulo de Foucault" profetisa el desenlace de la acción de esta Orden en el año 2000.

Los Hechos

Su Nacimiento: A instancias de un insigne cisterciense, Bernardo de Claraval, luego San Bernardo, dos caballeros francos, dos Hugos: de Payns y de la Champaña fundan en 1118 la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, cuya originalidad se presentan ante el Rey Balduino II de Jerusalén y se ofrecen para cuidar el camino de Jaffa, infestado de ladrones que asaltaban a los peregrinos. Realizan los tres votos monacales: pobreza, obediencia y castidad. Poco después el rey, les entrega como vivienda una parte del templo de Jerusalén, lo que les da el nombre definitivo de Caballeros Templarios. Diez años permanecen en esa condición, sin aumentar su número ni inmiscuirse en las guerras santas en que estaba sumida la zona.

En 1128, San Bernardo logra concitar un Concilio (de Troyesradica en que los integrantes eran monjes guerreros. Siendo ya nueve,) para que se apruebe a toda orquesta la Orden del Temple, sujeta única y exclusivamente al Papa, sin dependencia alguna a las autoridades eclesiásticas o terrenales y liberada de todo impuesto. Es recién entonces cuando los Caballeros visten la túnica blanca que los diferencia de sus aliados-adversarios, los Caballeros de San Juan (hoy de Malta), que calzaban túnica negra. Si bien el blanco era el color elegido por el Cister, casualidad o no, era también el de los Levitas que cuidaban el Arca, el de los esenios y el de los sufíes. En 1147 el papa Eugenio III les autorizó a lucir la cruz griega de 8 puntas característica, de color rojo . Fué Bernardo de Claraval quien hizo la Orden, le confió su misión, le transmitió sus enseñanzas y finalmente redactó sus reglas iniciales. Parte de estos hechos permanecerían por siempre en secreto.







Apogeo

A partir del Concilio, sus principales miembros recorren el mundo de entonces reclutando fondos y enrolando efectivos para asumir, ahora sí, la Guerra Santa. La respuesta es generosa, rotunda. Los caballeros son alineados de a pares, en diadas, (ver Fig. 1) como haría Pitágoras con sus novicios y mucho después Artigas con sus gauchos. Ambos caballeros comían de la misma escudilla. Necesariamente en la campaña de Oriente, la disciplina hubo de ser feroz, la retirada imposible, la mínima falta duramente castigada, la vida comunitaria emparejada, tanto en armamento como en Padrenuestros. Muerte, sangre y victoria, amor, salvajismo, abnegación, y derrota fueron hitos anónimos en los campos de Galilea mientras el "otro" Temple, el que había quedado en Occidente (excepto España, donde también guerreaba), se transformaba en un factor de crecimiento, pacificación y civilización.


En un plano de respeto al conocimiento y creencias monoteistas, los templarios entablaron en Oriente relaciones, entre batalla y batalla, con musulmanes y rabinos a los que invitaron a su base en Francia para discutir y aprender de ellos. Parecen recitar: "En la casa de mi Padre hay muchas moradas" (Jn:14,2). Las relaciones entre templarios y musulmanes fueron corteses, tal vez de una comprensión casi perfecta, lo cual no evitó que se degollaran con saña si caían prisioneros uno del otro. Sin embargo, pese a su bravura en combate, fueron proclives e intentaron treguas para ahorrar sangre. Estos hechos merecieron críticas de casi todos (incluso de San Luis), algunas hijas del fundamentalismo religioso de la época, otras montadas en la cresta de la ola de la envidia a la grandeza de cuerpo y espíritu ya que la riqueza del Temple no solo fue material sinó también espiritualmente trascendente.

Paralelamente a su enriquecimiento, forjaron y ampararon una legión de artesanos. Desarrollaron el arte gótico (sistema sin precedente que alivió el peso de los muros) y características arquitectónicas muy peculiares en todos sus edificios. Construyeron o ayudaron a construir más de 70 de catedrales en menos de 100 años, que liberadas del románico, se alzan hacia el cielo, en abierto desafío a la ley de gravedad. Protegieron "fraternidades" constructoras (los "Hijos del Maestre Jaques " o los "Hijos de Salomón") las que, desprotejidas al caer el Temple, se transformarían en la semilla de la francmasonería. Despejaron los caminos de ladrones y feudales salteadores con lo que abrieron las rutas al comercio. Difundieron la letra de cambio (ya practicada por venecianos y lombardos) y con sus extensos cultivos alimentaron como nunca a hombres y bestias de Europa. Durante los casi doscientos años de su existencia no hubo hambruna en Europa. Las armaduras de los siglos XIV y XV (desaparecido el Temple) muestran una disminución de la talla respecto a la de los siglos XII y XIII.

Elaboraron una simbología y un código para su comunicación interna, ante la ignorante desesperación de reyes y obispos. La buena administración, la excención de impuestos, los botines de guerra, las continuas donaciones y buenos negocios, dieron como fruto el enriquecimiento de la Orden. Enriquecimiento que volvía al pueblo al mejorar las condiciones de vida para todos. En Términos modernos puede decirse que se transformó en una "multinacional ética" con deudores prominentes lo que resultaría a la larga peligroso. Más de un Rey de Francia, recurrió al Temple en busca de dinero, entre ellos Felipe IV (el Hermoso), quien sumido en deudas, motines e inflación creyó encontrar la solución en hacerse de sus bienes. Tuvo como colaborador tardío en la empresa al papa Clemente V. El Dante (1265-1321, terciario franciscano y al menos simpatizante del Temple) lo condena en su canto XIX del Infierno: " que otro después vendrá hacia poniente pastor sin ley, exento de obra buena, propio a cubrir de entrambos la pendiente".






Ocaso

La noche del 14 de octubre de 1307 Felipe el Hermoso hizo arrestar a los templarios de su reino. Acusados de herejía, sodomía, confesión comunitaria , escupir el crucifijo y otros argumentos de indudable efecto popular, elegidos hábilmente por Nogaret, el instrumentador legal, los nobles caballeros debieron sufrir lo indecible en cárceles pestilentes, frías, oscuras, hostiles hasta el destino final: la hoguera. La "justicia" de la Inquisición estuvo a cargo de los dominicos, sus enemigos ya conocidos por otra parte, gracias a la visión que de ellos dá Humberto Eco en "El Nombre de la Rosa". Las confesiones fueron compradas o arrancadas bajo tortura.


Como se sabe, del árbol caído todos hacen leña. En este punto de los hechos desde diversos ángulos se disparaba sobre los templarios. Cada uno trataba de obtener su parte del botín. Si bien Felipe quería los bienes de la Orden, la Inquisición quería la Orden misma. Como ante la muerte de Bubulina en "Zorba el Griego", el clero secular, la Orden de los Caballeros de San Juan, el propio Papa, el mísero alcalde de aldea, todos como buitres hambrientos apuraban el trámite para tratar de conseguir algún bien del Temple, algún despojo, por chico que sea, algo..., por amor de Dios, algo de todo lo que tienen... No obstante el más despechado había sido el propio Felipe que encabezó los allanamientos a la casa del Temple en París, depósito principal de los tesoros, sin encontrar más que papeles y objetos sin valor, aunque pudo rescatar sus propios pagarés. Siempre se murmuró que noches antes partieron tres enormes carretones de heno, tal vez salvando el verdadero tesoro.

El 18 de marzo de 1311, el último Gran Maestre, Jaques de Molay, analfabeto, virilmente, prefirió el fuego a la cadena perpetua. Godofredo de Charnay lo siguió. Según relatos "el Gran Maestre en cuanto vio el fuego preparado se desnudó sin titubear... pero dijo a los verdugos: por lo menos dejadme juntar un poco las manos para elevar mi plegaria a Dios..., ya que voy a morir, sabe Dios, injustamente. Pronto caerá la desgracia sobre quienes nos condenan inicuamente. Dios vengará nuestra muerte, con esta convicción muero. La muerte lo tomó tan dulcemente que fue motivo de admiración para los presentes”. Por un lado nótese que al desnudarse de su hábito, la Orden, no es destruida. Por otra parte, el papa moría alrededor de un mes después por un atracón de higos y el rey lo hacía ocho meses más tarde, paralítico por una caída de caballo. Ese mismo año Nogaret, autor del trabajo sucio, también moría misteriosamente. Los denunciantes que pusieron en marcha el proceso les siguieron, apuñalados o ahorcados. En 1328 ya no reinaba en Francia descendiente alguno de Felipe el Hermoso.

Y después llegaron las guerras, el hambre y la peste; el galope sombrío de los jinetes del Apocalipsis. Se cuenta que cuando la cabeza de Luís XVI rodó, de la multitud salió el grito: - Jaques de Molay, por fin has sido vengado!! Es que se decía que Felipe había reencarnado en Luís XVI.

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